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L a P e d r @ d a

ENTRE EL COSMOS Y EL APOCALIPSIS*

ENTRE EL COSMOS Y EL APOCALIPSIS* En la lectura activa que requiere la poesía de Ernesto Cardenal (en la cual se revela la evidente evolución ideológica del autor), el universo es real y es ahora y es hermoso y es amor y es lucha.

Roberto Fernández Retamar La Habana
La Jiribilla.


Supongo que debo decir algo de la «poética», de Cardenal, o al menos de la procedencia y de ciertos caracteres de su poesía. Cardenal mismo ha sido bien explícito sobre esto. La procedencia más visible de su poesía (que en otro lugar he llamado «conversacional»)(1) es lo mejor de la poesía norteamericana moderna. Algunos han expresado su asombro ante el hecho de que un hombre tan antimperialista como Cardenal reconozca una y otra vez su deuda con dicha poesía: como si fuera posible homologar la «New Poetry» con la política rapaz del imperio. Seguramente aquellos ignoran que José Martí, el magno poeta que fue el primer antimperialista cabal de nuestra América, «España y la América española le debieron, en gran parte la entrada poética de los EE.UU.», como dijo Juan Ramón Jiménez (2). Sin embargo, no es a Martí a quien se remite en este punto Cardenal; ni siquiera al intento realizado en México algo después de 1920 por aclimatar la poesía norteamericana en Hispanoaméricana (intento que ha sido llamado por José Emilio Pacheco «la otra vanguardia»(3), y entre cuyos impulsores se contó un nicaragüense bilingüe, Salomón de la Selva, quien fue primero poeta destacado en inglés y luego en español), sino al magisterio ya mencionado de José Coronel Urtecho, el cual desde su regreso en 1927 de los EE.UU. y la fundación del Grupo Vanguardia se convirtió en el principal difusor de los poetas norteamericanos en nuestras tierras. El propio Cardenal, cuando adquirió el conocimiento del inglés en los EE.UU., colaboró con Coronel Urtecho en la realización de una gran antología de poesía norteamericana traducida al español (Madrid, 1963). Para Ernesto, su principal influencia poética ha sido Erza Pound. Al preguntarle Benedetti en qué consistía en realidad dicha influencia, Cardenal explicó:

Principalmente, en hacernos ver que en la poesía cabe todo, que no existen temas o elementos que sean propios de la prosa, y otros que sean propios de la poesía. Todo lo que se puede decir en un cuento, o en un ensayo, o en una novela, puede también decirse en poesía. (…) Otra de las enseñanzas de Pound ha sido la del ideograma, o sea, el descubrimiento de que la poesía se escribe exactamente en la misma forma que el ideograma chino, es decir, a base de superposición de imágenes (…) La de Pound es una poesía directa, consiste en contraponer imágenes, dos cosas semejantes que al ponerse una al lado de la otra producen una tercera imagen.(…) Es también lo que hace el cine con el montaje de imágenes(4).

Se conoce la lamentable evolución política de Pound, que lo situó en los antípodas de la que llegaría a ser la posición política de Cardenal. Pero este utiliza la técnica del montaje para sus propios fines. Tal hecho, desde luego, no es nuevo. Por ejemplo, de la ostranenie o «singularización» de Shclovski, considerado por este como un «procedimiento» artístico, Bertolt Brech (quien gracias a Sergio Tretiakov supo del aporte de Shclovski) derivó su teoría del «distanciamiento» o «extrañamiento», no ya solo como un «procedimiento» artístico, sino como un arma en la lucha de clases(5). Así ha actuado Cardenal: la superposición de imágenes a la manera del ideograma chino, o del montaje cinematográfico, no ha sido tampoco para él simplemente un procedimiento artístico (Cardenal, como Brecha, tiene de la literatura, sin mengua de su imprescindible calidad, una concepción utilitaria de servicio)(6), sino una manera de revelar determinados hechos, y eventualmente de combatirlos, a partir de materiales que el lector debe conocer, al menos en parte, para descodificar plenamente el mensaje. De ahí que la claridad de la poesía de Cardenal sea relativa, aunque él no llegue nunca a las dificultades de Pound. Cardenal llama a su poesía, y a la que prefiere de su país y del mundo todo «exteriorista», término que según él (7) fue creado por Coronel Urtecho, y que Ernesto define como:

La poesía creada con las imágenes del mundo exterior, el mundo que vemos y palpamos y que es, por lo general, el mundo específico de la poesía. El exteriorismo es la poesía objetiva: narrativa y anecdótica, hecha con los elementos de la vida real y con cosas concretas, con nombres propios y detalles precisos y datos exactos y cifras y hechos y dichos. En fin, es la poesía impura.(8)

Pero ese «exteriorismo», como se ve con toda claridad precisamente en el montaje de las imágenes cinematográficas(9), no se ofrece sin más, pues implica la contraposición de dos imágenes (una de las cuales, en poesía, puede no estar implícita, pero de alguna manera puede ser conocida por quien lee) para que aparezca un tercer elemento en el lector, que está así obligado a abandonar su papel pasivo, ante una genuina obra abierta.

Por ejemplo, la primera edición (1961) de los Epigramas, de Cardenal, además de cuarenta y nueve poemas originales suyos, incluía treinta y cuatro de Catulo y treinta y nueve de Marcial en versiones libres de Ernesto. Aunque las ediciones de conjunto de su poesía han sabido prescindir de estas versiones, ellas ayudan a la mejor lectura de los epigramas de Cardenal. Si por una parte Pound lo llevó también a interesarse en los epigramáticos latinos, por otra parte, en el contrapunto con ellos (y con las versiones de Pound) se pone de manifiesto la distinta perspectiva del poeta centroamericano, su «visión tercermundista», como él «mira las cosas desde la orilla americana (…) que nos devuelve por la puerta de servicio, al mundo de la lucha política, el antisomocismo, antimperialismo, que es la victoria del proamor y propoesía», según han señalado acertadamente Ariel Dorfman.(10)

En los salmos (1964), sobre el mundo que se rechaza enérgicamente del capitalismo moderno, con guerras, gángsters, politicastros, tiranuelos apuntalados (como Somoza), caen las versiones de veinticinco de los ciento cincuenta salmos del Salterio, actualizados con los términos que entendemos ahora.

Es innecesario, casi ofensivo, llevar al lector de la mano a través de los ejemplos que ofrece Cardenal en su poesía: el resultado de su montaje de imágenes, y lo que da un grave dramatismo, una tensa inmediatez a sus textos, es que nos hace vivir aquí y ahora la creación del cosmos y el Apocalipsis, la conquista española, la destrucción de las culturas aborígenes, la expansión del imperialismo yanqui sobre nuestras tierras, el engaño y la crueldad de la sociedad capitalista; vemos hacerse ante nosotros a un Dios que será y a una revolución que viene desde los átomos de hidrógeno de los espacios intergalácticos y es continuada por las luchas de Sandino, del Che, de «de los pobres de la tierra». En la lectura activa que requiere su poesía (en la cual se revela la evidente evolución ideológica del autor), el universo es real y es ahora y es hermoso y es amor y es lucha.

La Habana, 3 de diciembre de 1981.

*Fragmento del prólogo a la antología de poemas de Ernesto Cardenal que le fue solicitada a R.F.R. —como ha hecho constar él mismo— por Ángel Rama para ser publicada por Folaget Nordau, en Estocolmo. Tomado de la poesía, reino autónomo, La Habana, 2000. El título es de los editores.

NOTAS

1.-R.F.R.: «Antipoesía y poesía conversacional en Hispanoamérica», 1968, en Varios: Panorama de la actualidad literaria latinoamericana, La Habana, 1969.

También puede consultarse en el libro del autor Para el perfil definitivo del hombre, en cuya página 203 se lee: (la poesía de quien, como he dicho varias veces, considero el primero entre los poetas del Continente que siguen a las grandes figuras de la vanguardia: Ernesto Cardenal).

2.-Juan Ramón Jiménez: «José Martí, (1895)». Españoles de tres mundos, Buenos Aires, 1942, p. 33.

3.-José Emilio Pacheco: «Nota sobre la otra vanguardia», Casa de las Américas, No. 118, enero-febrero de 1980.

4.-Mario Benedetti: «Ernesto Cardenal: evangelio y revolución», Los poetas comunicantes, Montevideo, 1972, p.101.

5.-André Gisselbrecht. «Marxismo et théorie de la littérature». Littérature et ideólogies, número especial de La Nouvelle Critique, 39 bis, c. 1970, p.31.

6.-«El antologista es de los que creen que la literatura sola, la literatura por la literatura no sirve para nada. La literatura debe prestar un servicio. Por lo mismo, la poesía debe también ser política. Aunque no propaganda política, sino poesía política.» Ernesto Cardenal: «Introducción» a poesía nicaragüense, selección y prólogo (y notas) de E.C., La Habana, 1973. p VII.

7.-Op. cit. p. 67.

8.- Op. cit. p. VIII.

9.-Entre numerosos trabajos de S. M. Eisenstein sobre el tema, cf. «el ideograma y los principios cinematográficos» (1929), en su obra El sentido del cine…, La Habana, 1967.

10.- Ariel Dorfman «Tiempo de amor, tiempo de lucha: la unidad de los Epigramas de Cardenal», Texto Crítico, Revista del Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias de la Universidad Veracruzana. No.13, abril a junio de 1979, pp. 14 y 15.

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